La Sub 23 perdía 3-2 y el sueño de París le quedaba lejísimos, pero en el sexto minuto de descuento Redondo clavó el empate que le dio oxígeno al equipo de Mascherano. El domingo hay que ganarle a Brasil.

La Selección Argentina Sub 23 empató 3-3 con Paraguay por la segunda fecha de la fase final del torneo Preolímpico, que reparte dos cupos para París 2024. El equipo alcanzó la igualdad en el último minuto con gol de Federico Redondo, tras un rebote en el arquero. Los otros dos tantos argentinos fueron de Pablo Solari y Thiago Almada, la figura de la cancha. El domingo Argentina necesita ganarle a Brasil.

Pero, por sobre todas las cosas, el conjunto dirigido por Javier Mascherano deberá hacer los deberes y, como en el colegio, escribir varias veces qué no debe hacer. Por ejemplo, no debe regalar tantas ocasiones de gol.

Cuando el viento sopla a favor, hay que poner la vela de lado correcto para que el buque tome impulso. Sin embargo, por momentos, el equipo argentino pareciera que se empecina en ir contra el viento y así es imposible. Porque Paraguay sin gran cosa en el juego, fue sólido y efectivo. Y no ganó el partido de milagro.

La autocrítica que hizo al final del encuentro Pablo Solari, amargadísimo por el resultado y por sus propias imprecisiones, debería servir como punto de partida para entender que no se puede dar tanta ventaja de mitad para adelante. Y eso que el hombre de River, en definitiva, al menos metió uno.

Pero casos como el delantero de Vélez, Santi Castro, es elocuente: un par de minutos después de que Paraguay diera vuelta el partido el partido por primera vez, tuvo el 2-2 en un mano a mano cómodo en todos los aspectos. Y, sin embargo, definió con una inseguridad propia de quien tiene más pesimismo que optimismo. Y eso, para un goleador, es letal.

De hecho, Argentina terminó desaprovechando la diferencia que hace Thiago Almada, quien con su jerarquía lleva de la mano al equipo aunque está claro que solo no puede. Y más cuando termina siendo el hombre orquesta. Eso le trajo contratiempos también: quedó parado a contrapierna en el 2-1 de Paraguay (gran toque de Diego Gómez y Alan Núñez, a la espalda de Thiago, quedó mano a mano con Brey y no perdonó).

¿Pero tiene que estar ahí Almada para resolver esa situación? Claro que no. Los desacoples defensivos en Argentina fueron varios y los pagó muy caro. Al final, el campeón del mundo vivió otro traspié, porque en el afán de querer adueñarse de la manija para buscar el 3-2 (él mismo, de penal, lo había empatado) perdió la pelota que terminó en el tercero de los paraguayos.

Pero sobre el final, otra vez Almada con un remate fuerte provocó un rebote del arquero paraguayo que tomó Redondo y, como si fuese un 9 de área, arremetió dos veces hasta convertir el 3-3. Empate heróico y, al mismo tiempo, insólito, considerando que había tenido un comienzo arrollador. Porque, de hecho, el 1-1 del primer tiempo fue magro.

El gol del equipo de Mascherano lo convirtió Pablo Solari, a los tres minutos del primer tiempo, luego de un excelente pase del futbolista de Boca Cristian Medina. Sin embargo, a los 41 de la parte inicial, luego de una dudosa infracción en favor del seleccionado paraguayo, un potente tiro libre ejecutado por Diego Gómez se desvió en Santi Castro, quien estaba en la barrera, y dejó sin chances a Brey y al primer tiempo en empate.

Además, el equipo nacional sufrió una impensada baja: el jugador de Racing, Juan Nardoni, quien estaba haciendo un buen partido, sufrió una molestia en el isquiotibial izquierdo y debió ser reemplazado (por él entró Joaquín García).

Nardoni llegó al partido físicamente con lo justo pero Javier Mascherano confió en ponerlo de todos modos. Pero, lamentablemente, un esfuerzo del futbolista, lo dejó tendido en el suelo y con cara de preocupación. Y la modificación a los 30 minutos de juego fue inevitable.

De la mano del capitán Almada

Antes y después, Argentina había sido superior, con un muy buen partido de Thiago Almada, quien se puso el equipo al hombro y condujo con precisión e inteligencia. Pero no tuvo eco en cuanto a precisión en sus compañeros, ya que el equipo desperdició algunas jugadas que pudieron haber prácticamente el partido.

Lo tuvo un par de veces Solari y también el propio Nardoni, pero no lo liquidó. Y lo pagó con una igualdad inesperada aunque no exenta de errores: la barrera, en el momento en que ejecutó el jugador paraguayo, se desarmó por completo. Y sin esa firmeza, Brey la fue a buscar adentro.

El complemento trajo el desahogo sobre el final, después de que el partido se le diera vuelta a la Argentina como una media. Fue vibrante para los imparciales y sufrido, innecesariamente sufrido, para el seleccionado nacional. Ahora, con Brasil, a ganar o ganar.