Desde el INVAP consideraron que el ecosistema que convive en Vaca Muerta debe adaptar sus recursos para nueva etapa de mayor eficiencia.
El gerente general y CEO de INVAP, Vicente Campenni, afirmó que todo el ecosistema que convive en Vaca Muerta tiene por delante el desafío científico y tecnológico de adaptar y corregir los recursos que permitieron su desarrollo en los últimos años a las condiciones particulares, para una nueva etapa de mayor eficiencia y competitividad.
«Vaca Muerta es una demostración de cómo la ciencia y la tecnología va evolucionando y algo que se descubrió hace mucho tiempo recién puede ser explotado y brindar sus frutos ahora, en función de las nuevas áreas de desarrollo«, consideró Campenni en diálogo con Télam.
En este campo, el titular del INVAP destacó que como en muchas áreas «se empieza trayendo tecnología aplicada en otros lados y después se da cuenta que necesita poder corregir, cambiar esa tecnología para las condiciones particulares de la Argentina, condiciones geológicas distintas, operativas e inclusive de distribución geográfica e idiosincrasia».
El tema ya venía siendo discutido en particular por los expertos de YPF, la mayor operadora del no convencional en el país, al entender que tras diez años de desarrollo inicial era necesario abordar el desafío de generar los recursos tecnológicos propios, adaptados a la roca madre neuquina, a partir de los desarrollos aprendidos en otras cuencas.
Argentina es, precisamente, el único país del mundo fuera de los Estados Unidos en que se desarrollan comercialmente los recursos de gas y petróleo no convencionales, pero con una curva de aprendizaje mucho más acelerada.
En ese sentido, Campenni señaló que «aparece la necesidad de generar criterio propio en desarrollo de ciencia y tecnología que permitan encontrar soluciones que se ajusten a las necesidades como país, como territorio y como Nación».
«El círculo sinérgico -agregó- se da en que se necesita desarrollar talento para poder adaptar las tecnologías que posiblemente estén siendo aplicadas en otros países pero hay que fomentar el crecimiento de ese talento argentino para adaptar a las condiciones particulares y cubrir las necesidades que se vayan generando».
A partir de la experiencia del INVAP en distintas áreas de investigación, el experto explicó que «en general para poder obtener los beneficios de cualquier tecnología que tiene un impacto social, territorial o de explotación es necesario tener una capacidad de análisis crítico para poder adaptar esas tecnologías a las condiciones particulares».
Pero también «hay otras oportunidades porque nuestras condiciones son parecidas a las de otros mercados que todavía no han empezado esta explotación y aparece otro spin off de exportar esas cosas que estamos haciendo» .
Nuevamente refiriéndose al caso de Vaca Muerta, Campenni explicó que «cuando se habla de un proceso tecnológico productivo, en general se necesita una convergencia de muchas especialidades simultáneamente. En una perforación inteligente de un pozo hay parámetros muy severos de temperatura, presión y ambientales, que se abordan con análisis de materiales para su resistencia, electrónica, mecanismos, comunicación de datos».
«En general el desarrollo tecnológico para este tipo de procesos es sistémico, requieren de una convergencia de muchas especialidades, de equipos que analicen cómo obtener ese cambio, esa evolución de la tecnología teniendo en cuenta multiplicidad de factores», reseñó.
A partir de ese enfoque de convergencia, hoy sin dudas «la tecnología habilitante es la inteligencia artificial que permite hacer otras cosas más fácilmente o mejor, aunque no resuelve el problema en sí mismo, porque al igual que muchas tecnologías que hoy aparecen necesitan ser acopladas a una visión más sistémica para optimizar los resultados».
Esa perspectiva vuelve la mirada al desarrollo del talento, una capacidad que para el investigador del Invap es «muy apreciada en el exterior, pero no tan apreciada en el país, porque funciona, no es noticia y pasa desapercibida«.
«Necesitamos divulgar -concluyó- que hay una capacidad de desarrollo en educación académica, investigación, ciencia y tecnología y cómo se puede traducir en proyectos productivos que funcionan y completan un círculo virtuoso para el desarrollo económico del país, porque termina siendo un impacto social en todo el ecosistema en el que se produce».