Los especialistas que trabajan sobre la problemática del suicidio coinciden en que no solo es una temática sobre la que particularmente se habla poco a nivel social, sino que además mucha de la información que circula es falsa y hay gran cantidad de mitos construidos alrededor de esto.

Desde la creencia de que aquellos que lo anuncian en realidad no lo concretarán sino que es una «estrategia para llamar la atención», hasta la idea de que las personas con ideas suicidas se muestran permanentemente tristes, desganadas y deprimidas. En el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, instaurado el 10 de septiembre, un repaso por algunos mitos frecuentes.

Los mitos más frecuentes:

1) Los suicidios son por un motivo y en personas que sufren depresión.

–> La gran mayoría de las veces los suicidios son multicausales, es decir, no hay un único motivo que conduce a esa intención. Muchos pueden padecer depresión pero también otras enfermedades como esquizofrenia, alcoholismo, trastornos del carácter, etc. Igualmente, no necesariamente hay que padecer un trastorno mental para hacerlo. Los suicidios «por impulso» son la minoría, por ejemplo, aquellos ocurridos después de un femicidio, cuando el hombre se ve acorralado por las consecuencias que tendrá.

2) Si lo dice, no lo va a hacer.

–> De cada diez personas que se suicidan, nueve de ellas dijeron claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida. No hay que subestimar las señales ni lo que expresa la persona.

3) Quien se suicida es un cobarde.

–> La persona que se suicida no es cobarde ni valiente: es una persona sufriente.

4) Se suicidan quienes tienen mejor poder adquisitivo.

–> El suicidio no distingue clases sociales, profesiones ni edades.

6) Una persona que se va a suicidar no emite señales de lo que va a hacer.

–> Todo el que se suicida expresó con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta lo que ocurriría. El suicidio está compuesto por varias fases y hay señales que pueden advertirse, por lo que si son registradas por el entorno, se puede pedir ayuda.

7) Preguntar a una persona sobre sus intenciones de matarse incrementa el peligro de que lo realice.

–> Hablar sobre el suicidio con una persona en riesgo no incita, provocar ni introduce en su cabeza esa idea. Al contrario, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca la persona para el análisis de sus propósitos autodestructivos.

8) El suicida desea morir.

–> El suicida quiere dejar de sufrir del modo en que está planteada su vida. Está ambivalente: es decir, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran cambios en ella.

9) El suicidio debe ser tratado con cautela por los problemas sociopolíticos que ocasiona.

–> El suicidio debe ser abordado de igual forma que otras causas de muerte, pero de forma particularmente responsable y evitar la difusión de información que provoque la imitación de esa conducta. Así, los medios de comunicación pueden convertirse en fuertes aliados en la prevención del suicidio si el foco es correcto y se cumplen las sugerencias de los especialistas sobre cómo difundirlas.

10) La prevención del suicidio es tarea del personal de salud mental.

–> Es cierto que los psiquiatras son profesionales experimentados en la detección del riesgo de suicidio y su manejo, pero no son los únicos que pueden prevenirlo. Aquellos interesados en auxiliar a este tipo de personas pueden ser valioso colaborador en su prevención.

*Elaborado con información del Ministerio de Salud de Nación y el nodo Neuquén de la Fundación Manos Unidas por la Paz.